Son el 96% de las empresas del país y generan el 45% del empleo, pero tienen un alto grado de informalidad; se les abre una puerta hacia la exportación, pero deben hacer inteligencia comercial para elegir mercados.
Son vitales para la generación de empleo, representan a la mayoría de las compañías que hay en el país y tienen una flexibilidad que les abre un sinfín de oportunidades. Se trata de las pequeñas y medianas empresas (pymes), que tienen por delante un escenario promisorio si es que ajustan algunas tuercas y desarrollan todo su potencial, según coinciden los especialistas.
El 96% de las 520.000 empresas que hay en la Argentina son pymes; participan en 4,6% de las exportaciones locales (70% de las cuales va a América latina) y 27% de ellas tiene como principal cliente a una firma grande, según destaca un informe de la consultora Abeceb.
En un mundo dominado por la tecnología y la innovación, estas empresas tienen una enorme oportunidad, según Torres Carbonell. «Hoy, los cambios disruptivos están mutando la forma en que hacemos todo. Y en ese contexto, son justamente las pymes argentinas las que tienen la posibilidad de ganar nuevos lugares, siempre y cuando les prenda el bichito emprendedor e innovador«, destacó la académica.
Las pymes son importantes, además, porque tienen un fuerte impacto sobre el nivel de empleo. Son altamente flexibles y muy dinámicas, en un mercado donde los consumidores son cada vez más exigentes, y tienen una demanda diferenciada, según explicó Sica. «Tienen la agilidad para adaptarse a los cambios, mientras que las grandes empresas son transatlánticos a los que les cuesta dar la vuelta. Las pymes tienen mucho campo para ganar», remató.
En lo que respecta a los mercados, en la Argentina está ocurriendo un cambio de las plazas de mayor relevancia para sus exportaciones. Este fue históricamente un país que exportó, sobre todo, productos de empresas grandes a América latina y Europa, dijo Elizondo. Ahora, si se mira lo que ocurrió en los últimos cinco años, los que más crecen como receptores de exportaciones argentinas son mercados asiáticos, como Vietnam y Arabia Saudita, o incluso europeos no tradicionales, como Polonia, y algunos latinoamericanos.
Hay un corrimiento y hay que hacer foco en esos destinos que deparan oportunidades nuevas: Sudáfrica, Emiratos Árabes Unidos, Tailandia, Malasia y los países del Magreb.
Para ello, las exposiciones y ferias son de gran utilidad, pero, sobre todo, lo que hay que hacer, es inteligencia comercial.
¿Cómo? Detectar cuál es el mercado, cuál es el nicho, cuáles son las condiciones de acceso, las normas regulatorias, los usos y costumbres, los modos desde los que se puede desarrollar el negocio, si conviene tener un socio o no, entre otras acciones.
En un contexto local e internacional en el que hay constantes amenazas, es necesario también saber capitalizar ese entorno. El mejor modo de hacerlo es con innovación, subrayó Torres Carbonell. «Las empresas que lo único que quieren es sobrevivir. Las que quieren enfrentar las amenazas, tienen que tener una visión de que el concepto es estar permanentemente alerta para capturar las oportunidades«, opinó la experta.
De la incertidumbre al riesgo
En segundo lugar, tienen que prepararse para ello y deben transitar el paso de la incertidumbre al riesgo.
¿Cómo lo pueden hacer? Con información, con capacitación, con acceso a un capital social y a otras personas que saben, y con la incorporación de lo mejor de la tecnología en el mundo, y no esperando a ser protegidos.
A la hora de hablar de empleo, Sica observó que aquí las pymes generan el mismo empleo que sus pares en países desarrollados, es decir, un 45% del total. Ahora, hay un problema: el mayor grado de informalidad se da en este sector. «En pymes de menos de cinco empleados se concentran los mayores grados de informalidad -precisó el consultor-. Ahí juegan mucho los problemas de competitividad.»
Es claro que muchas veces la misma estructura tributaria y las propias trabas burocráticas generan fuertes barreras que hacen que las pymes busquen la informalidad en el empleo para poder mantenerse en el mercado. Pero también es claro que no debería ser así. «Ése es un tema que hay que ver muy bien y atacar, porque en la medida que se generen más barreras, la informalidad va a ser una de las cartas que seguirán usando la pymes para seguir vivas», advirtió Sica.
Particularmente, respecto de las pymes, es sorprendente el potencial que tienen. Incluso empresas familiares, que hoy aplican una teoría que se llama entrepreneurship transgeneracional, por la cuál las nuevas generaciones en vez de pensar cómo administran lo que le deja la generación anterior usan todo eso para incorporar innovación y ver nuevas oportunidades.
«Cuando se libera a las pymes de esa suerte de maldición, de que son víctimas, y se las potencia con espíritu emprendedor, que debería estar en toda actividad humana, pueden lograr cosas muy importantes. Los gobiernos e instituciones tienen que promover esa libertad de crear», añadió la profesora del IAE.
Repensarse desde la innovación. Ése parece ser otro desafío de las pymes. Para Torres Carbonell, tendrían que hacer inteligencia comercial no sólo para los productos y servicios que hoy venden, sino también para los que podrían vender. «Innovar tiene que ver con mirar qué pasa en el mundo, las grandes tendencias hoy pasan por el Big Data, la Internet de las Cosas y la Inteligencia Artificial. Y las pymes tienen la chance de hacerlo más rápido con un enorme potencial de innovar», estimó la especialista.
Con la vista en el largo plazo, Torres Carbonell concluyó que planificar, algo que deben hacer las pymes, es imaginar el futuro, pero, además, construirlo. «Hay que saber que la planificación es sólo una herramienta y que no tiene que ser un corset. En un futuro, estas pymes deberían ser firmas de tecnología dedicadas a las distintas disciplinas del mundo real», señaló la académica.
Fuente: La Nación.